
Nuestro principal objetivo es contribuir al desarrollo físico, afectivo, social e intelectual de los niños.
A través del equilibrio, la coordinación dinámica y el ajuste corporal, nuestros pequeños van desarrollando sus capacidades motrices gruesas y adquieren con mayor precisión las nociones básicas de orientación en el espacio y en el tiempo. Sus gestos, actitudes y movimientos tienen una intención comunicativa y representativa.
El cerebro necesita emocionarse para aprender. El juego simbólico en el que se comportan “como si” fuera una persona distinta, un animal o un objeto, o actúa como si estuviera haciendo cosas que solo está simulando hacer; se trata de un campo abierto a la imaginación, a la creatividad y a la espontaneidad de cada uno. Sencillos ejercicios nos ayudan a trabajar la calibración visual y auditiva. El aprendizaje kinestésico (a través del movimiento) es prioritario.
Tanto los tiempos como los espacios en esta etapa educativa, gozan de flexibilidad adaptándose en cada momento a lo requerido por el ejercicio a desarrollar.
Las propuestas son muy variadas, combinando tiempos de actividad con períodos de descanso. El trabajo en círculo socializa y crea familia- grupo- unión.
Intentamos que los espacios sean estimulantes, cada día una sorpresa, para que los alumnos/as se emocionen y se motiven a la acción. Se recuerda por los sentimientos no por los contenidos. La música, el movimiento y el juego nos aportan algo importantísimo: nos ayudan a estimular el cerebro con el cuerpo. SIN EMOCIÓN NO HAY EDUCACIÓN porque el cerebro no funciona y el aprendizaje no se consolida.
El ejercicio físico aerodinámico reduce la ansiedad, hace que nuestro cerebro se estimule y mejora la atención, aumenta la motivación y la memoria a través de sentimientos placenteros.
Sencillos ejercicios de Mindfulness o de relajación dónde los niños se fijan en los latidos de su corazón o en la respiración personal, pausada y profunda, les ayudan a controlar el estrés y a desarrollar mayores capacidades de aprendizaje. Es por eso que cada una de nuestras sesiones termina de este modo. Que la enseñanza y el aprendizaje constituyan experiencias felices es nuestra mayor satisfacción. Afortunadamente, nuestro cerebro lo hace posible.